San Francisco en la Historia del Cine

Enzo Nata

   
   

 

Enzo Nata , Francesco nella Storia del Cinema
San Francesco Patrono d'Italia, feb. 1999, pág. 33-36
Traducción: Fr. Tomás Gálvez
 

"Pretendí rodar enseguida en Asís, entre el escándalo de los productores, acostumbrados a hacerlo todo en casa. Conseguido el permiso salí para la ciudad del Pobrecillo, que en este caso estaba personificado por Emilio Ghione. Ghione se preparó con entusiasmo para empresa, sumergiéndose durante algunos días en lecturas incomprensibles y rapándose a cero la cabeza, para poder asemejarse físicamente al personaje, en la mayor medida posible".

De ese modo recuerda el director Enrico Guazzoni (1876-1949), en el n° 26 (28 de junio de 1941) de la revista "Film", los preparativos de Il Poverello di Assisi, la primera película sobre San Francisco, realizada en 1911, en pleno cine mudo.

En aquellos años el cine era un espectáculo que se dirigía sobre todo a las clases populares y su repertorio se inspiraba en personajes tomados de prestado de la historia, la literatura y el teatro. Y, entre esos personajes, los que tocaban el sentimiento religioso eran muy numerosos. Tanto es así que, al no existir aún un circuito de salas cinematográficas, muchas proyecciones encontraban acogida en las iglesias. Baste pensar en las repetidas "Pasiones de Cristo" realizadas en aquel periodo.

A un proyecto sobre San Francisco había ya pensado, hacia finales de los años 10, la Milano Films, que encargó a Adolfo Padovan (uno de los realizadores del Infierno, inspirado en el Poema de Dante) la redacción del guión. Pero la Cines fue más rápida, y en la Exposición Internacional de Turín presentó "Il Poverello di Assisi", dirigido por Enrico Guazzoni. Dos rollos con un total de 450 metros de película que, ateniéndonos al recuerdo de Guazzoni, produjeron "una enorme impresión" en el público, gracias sobre todo a la interpretación de Emilio Ghione (el futuro protagonista de una serie centrada en el personaje de Za la Mort, el "apache" sentimental, a cuyo alrededor giraban asuntos "policíacos" ambientados en los bajos fondos parisinos), que logró un triunfo personal con su San Francisco delgado, de mirada profunda y andar hierático. 

Esta película corta se salvó arriesgadamente de la destrucción gracias a la intervención de la "Associazione Italiana per le ricerche di storia del cinema", y fue presentada en Asís con ocasión del octavo Centenario del nacimiento del Santo, en la Muestra organizada cada año por Franco Mariotti.

Siete años después del Il Poverello di Assisi, otra nueva película dedicada al Patrón de Italia: Frate Sole de Ugo Falena y Mario Corsi, realizada por Tespi Film de Roma. Rodado en exteriores de Asís, Gubbio, Perugia y el lago Trasimeno, anunciado como "restitución franciscana en cuatro cantos de Mario Corsi, con poemas sacros para orquesta y coros de Luigi Mancinelli", la película fue presentada en primera visión en el Augusteo de Roma el 7 de junio de 1918. "El éxito de la película y de la música fueron grandísimos", aseguran las crónicas de la época.

 

Rosellini,

Francisco Juglar de Dios

 

 

 

Liliana Cavani

Francisco de Asís

 

El éxito sonrió seguramente a Frate Francesco, dirigido en 1927 por Giulio Antamoro, auténtico especialista de películas religiosas, que en 1926 había realizado aquella obra maestra del mudo que es Christus. Para el guión y la escenografía de Frate Francesco, Giulio Antamoro recurrió a un conocido especialista de San Francisco, el danés Jörgensen, y a dos literatos comediógrafos como Aldo De Benedetti y Carlo Zangarini.

Al periodo del cine mudo pertenecen también dos películas aún no localizadas: la americana The Vision Beatiful, realizada por Selig en 1912 e interpretada por Tom Santschi, y la alemana El Heraldo del gran Rey, producida por la Trasatlantic y distribuida en Italia en 1922.

La primera película dedicada a San Francisco en la época del cine sonoro es la mejicana Francisco de Asís, dirigida en 1946 por Albert Gout e interpretada por José Luis Jiménez. Una mala película, por desgracia, superficial y falta de inspiración, realizada por un inexperto que no dudaba en pasar de un género a otro.

Tuvieron que pasar sólo unos pocos años, y la historia del cine se apuntaba en sus anales una de las películas más significativas inspiradas en la vida de San Francisco, aquel Francisco, juglar de Dios, que Roberto Rosellini rodó en 1950, en plena temporada del neorrealismo, mezclando la contemporaneidad de una crónica que se resentía aún, en su lenguaje terso y seco, de las heridas y laceraciones de la guerra, con la búsqueda animada por el análisis histórico. Puesto en escena por Federico Fellini y Brunello Rondi, el film de Rosellini se compone de una serie de anécdotas unidas entre sí por el tema de la santidad, entendida como deseo de sinceridad que lleva al anticonformismo, y con ello a la rebelión contra el mundo y a la sospecha de locura por parte de quien no llega a captar la revolución del mensaje franciscano.

El personaje de Francisco sacude también a la lejana Hollywood y en 1961 Michael Curtiz (el director de La carga de los 600 y Robin Hood) le da aquel tono espectacular típico del cine americano a un asunto que se beneficia de las sugestivas vistas del Cinemascope y de la fotografía en color (del italiano Piero Portalupi). Los intérpretes (de Francisco de Asís, n. del tr.) son Bradford Dillman y Dolores Hart en el papel de Clara. Que los caminos del Señor son infinitos lo demuestra el hecho que, después de esta película, Dolores Hart decidió dejar el cine y de emitir los votos, entrando en un convento de Massachussetts.

 

Liliana Cavani

Francesco

 

 

 

Franco Zeffirelli,

Hermano Sol, Hermana Luna

 

El empuje del Concilio y el fermento de aquellos años hicieron recaer en el personaje de Francisco una nueva atención, que se vuelve más crítica, pero también más vital. y este tipo de atención se encuentra en Francisco de Asís, que Liliana Cavani dirige en 1966, para la RAI, con la interpretación de Lou Castel.

El viento de la contestación estudiantil está en el aire y esta película de Cavani anticipa aquel espíritu de rebelión contra el poder y el dinero que animó al 68, y con él también a ciertos aspectos de la disensión católica. El personaje de Francisco aparece, en efecto, como un decidido opositor a toda forma de autoritarismo y oficialidad que tiende a aislarse de las necesidades de los humildes y de los pobres, para hacer aún más marcada y evidente la separación que marca la diferencia, entre quien ejerce el poder y quien, en cambio, está bajo su mando.

Pocos años separan al Francisco de Cavani con el de Zeffirelli. Hermano Sol, Hermana Luna de Franco Zeffirelli es del 1972 y, sin embargo, entre las dos películas hay un gran abismo, en la forma y en el contenido. En el contenido porque el Francisco de Zeffirelli no parece que se separe para nada de la oleografía que tradicionalmente ha acompañado a la vida del santo; en la forma porque también en este aspecto termina por triunfar un manierismo estilo hollywoodiano, ayudado por un preciosismo escenográfico, aún más acentuado por la fotografía de Ennio Guarnieri, por las músicas dulzonas de Riz Ortolani y por las canciones de Donovan.

Pero en largo y variado asunto cinematográfico de Francisco de Asís el lado más curioso lo representa probablemente el retorno de Liliana Cavani al mismo personaje en 1989, con Francesco, por la interpretación de Michey Rourke. No un "remake" de la pelicula anterior, que contaba la historia de un peregrino de la justicia, más que la de un religioso y gran místico, sino casi la continuación de un discurso interrumpido. "Había descrito a Francisco como un personaje social, pero no logré llegar al fondo en mostrar su contacto con Dios", dijo efectivamente Liliana Cavani en la vigilia de la "prima", remendando así un "roto" que ella misma había había notado y sufrido. En el primer "Francesco" Liliana Cavani había tratado de sacar a la luz las raíces "políticas" del anticonformismo del Patrón de Italia; con el segundo pretendía recuperar el discurso interrumpido. Y, de hecho, si el primer "Francesco" era un hombre sediento de justicia, el interpretado por Michey Rourke en 1989 era, en cambio, un hombre sediento de caridad y de verdad.

Esta veloz panorámica sobre la filmografía franciscana demuestra cuánta atención ha dedicado el cine a la figura del Pobrecillo de Asís, pero demuestra sobre todo como el espíritu franciscano ha tocado e interesado, aunque de manera y con resultados diversos, a hombres del espectáculo procedentes de diferentes experiencias culturales y profesionales. Un interés que encuentra su común denominador en aquella búsqueda de una profunda conciencia cristiana que atravesó la vida y la obra de Francisco, y que el gran teólogo francés Henri de Lubac resume así en su Drama del ateismo contemporáneo: "Debemos encontrar el espíritu del cristianismo en la medida en que lo hemos dejado perder. por eso tenemos que reponer fuerzas en sus fuentes y, antes que nada, en el Evangelio".

Enzo Natta

 

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