María, Señora santa e inmaculada

en la tradición y el pensamiento franciscanos

   
   

 

Artículo de Francesco Armenti,
Maria , Signora Santa e Inmacolata, nella tradizione e nel pensiero francescano
L'Osservatore Romano, giovedì 9 gennaio 2003, p. 8
Traducción: Fr. Tomás Gálvez

El franciscanismo además de un gran movimiento de espiritualidad y de vida religiosa, ha sido también una forja de cultura religiosa. Numerosos teólogos franciscanos que con su pensamiento y sus estudios han contribuido al desarrollo de la investigación teológica en la Iglesia y en las Academias, no sólo pontificias. Los teólogos e investigadores franciscanos han dado un impulso especial a la mariología, al estudio sistemático y científico de la figura y del papel de la Madre de Dios con relación al proyecto de la salvación divina.

A lo largo de los siglos, gracias a esta actividad investigadora, arraigada en la profunda devoción mariana de los hijos de san Francisco de Asís, se ha formado una verdadera escuela de pensamiento sobre la Virgen: hoy, efectivamente, podemos hablar de una "mariología franciscana". El franciscano y mariólogo Stefano Maria Cecchin ha desarrollado un estudio en este campo, publicado en la colección "Studi Mariologici" de la Academia Pontificia Mariana Internacional (Maria Signora Santa e Immacolata nel pensiero francescano. Per una storia del contributo francescano alla mariologia - Pontificia Academia Mariana Internationalis, Città del Vaticano, pp. 476, 25, 82).

Se trata de una sustanciosa y circunscrita obre en la cual, una vez situada la cuestión mariana en el ámbito histórico, teológico, metodológico y devocional, se pasa a ilustrar la contribuci+on cultural e intelectual de cada teólogo e investigador, desde los comienzos de la Escuela Franciscana hasta el Vaticano II. De María han escrito y hablado los hijos de Francisco de todos los tiempos, más o menos conocidos: Antonio de Pádua (1195-1231), Buenaventura de Bagnoreggio (1221-1273), Ángela de Foligno (1248-1309), Juan Duns Scoto (1265-1308), Bernardino de Siena (1380-1444), Juan de Capistrano (1386-1456), Jaime de la Marca (1393-1476), Mateo de Agnone (1563-1616), Lorenzo de Bríndisi (1559-1619), Francisco Antonio Fasani (1681-1742), Antonio Fania de Rignano (1804-1880), Maximiliano Kolbe (1894-1941).

El autor ha dividido su trabajo en nueve grandes periodos históricos; de cada periodo hay una descripción histórica y del debate teológico del tiempo sobre María; de cada teólogo ha sintetizado el pensamiento, comparándolo con otras escuelas, sin excluir las de Agustín y de Tomás. El lector notará enseguida la viveza cultural e intelectual de las varias posturas teológicas, la pasión por defenderlas, demostrarlas y confutarlas. Asímismo notará como, por causa de la llamada "crisis mariológica", la reflexión sobre María y las consiguientes publicaciones sufrieron una desaceleración en los años inmediatamente anteriores al Concilio Vaticano II.

La atención y el estudio de la mariología en el franciscanismo encuentra su cuna en el "connubio" intimo entre el santo de Asís y la Virgen María: las alabanzas de Francisco a la Virgen (Salutatio Beatae Mariae Virginis) demuestran toda la profunda devoción que el santo nutría por la Madre de Cristo. Una veneración fundada en la experiencia de Cristo vivida por el santo: sus escritos y su espiritualidad son marcadamente cristo-céntricos. Era inevitable, pues, que el amor por el hijo lo llevase al encuentro y al amor por la madre. María es para Francisco la "Virgen hecha Iglesia", o sea no sólo Madre de Jesús, sino también Madre de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo. No por nada los estudios franciscanos marianos se fundan en una "regla cristológica", afirmada por una de los más grandes teólogos franciscanos, Juan Duns Scoto, defensor del dogma de la Inmaculada Concepción. El llamado "Doctor de la Inmaculada" escribía, en efecto, que "al exaltar a Cristo prefiero caer por exceso en la alabanza a él debida, antes que en defecto, en caso de que por ignorancia no fuera posible evitar ambas cosas" (Ordinatio III, d. 13 q. 14).

El autor se preocupa de demostrar la fidelidad de la mariología franciscana a la Palabra de Dios, a la Tradición, a la Liturgia, a la Patrística y al Magisterio. El estudio de la "teología de María" debe hacer referencia siempre al "primado de Cristo" (Carlos Balic) e ilustrar que las "funciones y privilegios de la B. Virgen María tienen a Cristo, fuente de toda verdad, santidad y devoción" (Lumen Gentium, 67).

 

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