Otras reformas franciscanas

bajo obediencia del Ministro general

   
   

 

La Regular Observancia

La Regular Observancia de fray Paoluccio Trinci fue la primera reforma, pero no la única. Otras más surgieron en la Orden desde finales del siglo XIV hasta comienzos del siglo XVI:


Villacrecianos

Fray Pedro de Villacreces, teólogo y predicador castellano, inició su reforma en 1396, por concesión de Benedicto XIII. Tuvo un rápido desarrollo: Santa María de la Salceda, Aguilera, La Cabrera, El Abrojo, Domus Dei y Scala coeli. Con su discípulo fray Lope de Salazar estuvo en el Concilio de Constanza y, al contrario que los observantes, prefirió seguir sometido a los ministros de la Orden. El papa había prometido incorporarlos a la Observancia después de la muerte de Villacreces, pero se opuso con decisión San Pedro Regalado (1456), que logró mantener bajo el general las casas de Domus Dei y Scala Coeli. 

Fray Pedro de Santoyo, discípulo de Villacreces, se separó para empezar una nueva reforma, que se unió a la Observancia en 1432, y fue declarada custodia independiente en 1477.

Otro discípulo de Villacreces, fray Lope de Salazar, fundó varios conventos entre las provincias de Burgos y Logroño, bajo el nombre de Custodia de Santa María de los Menores. Estaban sometidos a los ministros conventuales. Luego pasaron al régimen de los vicarios observantes y regresaron a los ministros en 1471. Pio II les concedió algunos privilegios (1460) y en 1463 reformaron el convento claustral palentino de Carrión de los Condes, con el consentimiento de los conventuales.


Reforma de Pedro de Vilanova

Bonifacio IX le permitió fundar dos residencias en Aquitania y poder unirse a otros para observar "espiritualmente" la Regla. La experiencia terminó en 1408, cuando fray Pedro recibió el deseado privilegio de capellán papal.


Coletanos

Santa Coleta de Corbie (1381-1447), aconsejada por su confesor, fray Enrique de Baume, obtuvo del papa Benedicto XIII la reforma de un monasterio, con la regla de Inocencio IV (1253) y constituciones propias. Luego siguieron otros, hasta 22. También los capellanes de dichos monasterios decidieron reformarse, formando una congregación. La principal diferencia con los observantes es que permanecieron siempre sujetos al ministro, a pesar de la insistencia y de los intentos del vicario observante por ocupar los conventos de Dôle, Moyrans y Péronne.

Los llamaban Ministerianos, Observantes bajo el ministro, Conventuales reformados, Observantes estrictos e incluso Nicolaítas (herejes). Al fin prevaleció el nombre de Coletanos. Despreciados por los conventuales y asediados por los observantes, fueron aprobados, sin embargo, por el general Antonio de Massa (1424-1430). 

En 1436, el general Guillermo de Casale (1430-1432) les confirmó sus constituciones y les concedió cuatro religiosos por monasterio. Nicolás V les hizo muchas concesiones en 1448, liberándolos de la presión de los Observantes. También fueron aprobados por Pío II (18-10-1458) y por el general Francisco della Rovere, que los confirmó siendo papa, añadiéndoles nuevos privilegios. En 1490 el general Sansón invitó al vicario observante de la provincia de Borgoña a no molestarlos, mientras les imponía a ellos la observancia de las constituciones sixtinas. En 1496, el vicario general ultramontano Oliver Maillard conseguía agregar seis conventos de coletanos a la vicaría observante de Aquitania. En otras provincias tuvieron un buen defensor en fray Bonifacio de Ceva.


Martinianos

En 1430 se publicaron en el capítulo de Asís las constituciones Martinianas, elaboradas sobre todo por San Juan de Capistrano, en un intento de reunificar la Orden. Era una reforma moderada, aunque severa en cuanto a pobreza y renuncia de privilegios. Pero fueron rechazadas por los conventuales y luego olvidadas por los observantes. Sólo estuvieron en vigor en algunas provincias centroeuropeas, por mérito del ministro y luego general (de la obediencia de Aviñón) Martín Doering (+ 1469). Pablo II les confirmó las constituciones para la provincia de Argentina (Estrasburgo) y Sajonia. Vivían bajo el ministro, con visitador propio.


Clarenos

La "Sociedad de pobres ermitaños de Angel Clareno", grupo de Espirituales que se separó de la Orden en tiempos de Juan XXII, sobrevivía en varias diócesis de Umbria, Marcas y Abruzzo, en el centro de Italia. El 4 de enero de 1444 fueron confirmados en sus prerrogativas, junto con las "hermanas de la sociedad de fray Angel Clareno". En tiempos de Sixto IV, buena parte de ellos pidieron dejar la "beca", para volver a la comunión con la Orden. Después de varios intentos, fray Pedro Hispano, su representante, profesó en manos del general Francisco Sansón. Éste se limitaba a confirmar al vicario en los capítulos generales.


Amadeitas:

Es una reforma italiana, aunque el fundador fue el portugués Amadeo Mendez da Silva, de los condes de Vila Real, hermano de Beatriz, fundadora de la Orden de las Concepcionistas. Recibió el hábito franciscano en Asís en 1451, residió en Roma e inició su fundación en Catelleone di Cremona en 1464. Rechazado por los frailes de las demás familias, contó con el apoyo del ministro general Francisco della Rovere (1464-1469), del que parece que fue su confesor. Elegido papa con el nombre de Sixto IV, Della Rovere no dejó de favorecerlo, concediéndole la iglesia romana de San Pedro en Montorio. 
De ese modo, los amadeitas se instalaron en Milán, Lodi, Génova, Foligno, Asis, en Italia central y septentrional y en España, pero no llegaron a tener más de treinta casas. El beato Amadeo murió en Milán en 1482. Su congregación permaneció siempre bajo la obediencia de los ministros generales y provinciales, hasta su supresión en 1568.


Capreolanos

Esta reforma la fundó Pedro de Capriolo para observantes que se pasaban a los conventuales y para otros franciscanos que se declaraban neutrales. Pablo II les retiró todas sus facultades en 1467, obligándolos a elegir entre conventuales u observantes. Con Sixto IV obtuvieron una vicaría general, pero todo terminó con la muerte de Capriolo en 1480.

 

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