Lirio Franciscano

Ramón María del Valle Inclán (1866-1936)

   
   

 

 El interés de Valle Inclán por la naturaleza y el mundo campesino medieval le lleva a explicarnos el siglo XIII desde su manifestación más importante: la mística, y su más genuino representante: Francisco de Asís. En base a su teoría de que toda la ciencia mística y toda creación estética son amor  luz, desemboca en el santo de Asís porque, según él, carece de ciencia teológica, pero en su visión del mundo llena de inocente fragancia se esconde un gran ideal estético, enraizado en la vida campesina y enigmática del Evangelio. La sensibilidad más franciscana del escritor gallego aparece con nitidez en el siguiente poema, titulado "Lirio Franciscano" (Aromas de leyendas).
 

El camino aldeano

Ondula entre dos lomas

Mellizas y fragantes,

Como dos arrogantes

Senos que fuesen pomas.

Las ovejas pacían

En lo alto de las lomas.

Y en la tarde de Oriente

Deshoja una flor

E iba la caravana

Por la senda aldeana

Tan llena de verdor.

¡Y las llagas en sangre

Eran como otra flor!

Racimo de gusanos,

Flor del jardín de Asís,

Que el aire campesino

Deshoja en un camino

¡Divina flor de Lis!

Que con su boca ungía

San Francisco de Asís!

Doliente caravana,

Una tarde en la senda

Vieja y primaveral,

Oirás la celestial

Ave de la leyenda.

Y el Señor Jesucristo

Te besará en la senda.

 

En un campo de rosas

Tendrás tu cena mística

Y al final del camino

Pan sin acedo y vino

De la viña eucarística.

¡Y en las palmas llagadas

Habrá una rosa mística!

Los pobres tendrán túnicas

De inmaculados linos,

Linos de luz de aurora

Que hila Nuestra Señora

Al pie de los caminos...

¡Y el ruiseñor celeste

cantará entre los linos!

 

POL'A MAÑÁN CEDO,

LINDO RUISEÑOL.

HAY N'A TUA CANTICA

ORBALLO DE FROL.

 

 

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