Beato Juan de Montecorvino

Primer arzobispo de Pekín (1247-1328)

   
   

 

Fiesta: 17 de diciembre.

Reconocimiento del culto: aún en curso

Nacimiento: 1247, en Montecorvino (Italia)

Muerte: Khambalik (Pekín, China), 17 de diciembre de 1328

Orden: Hermanos Menores (Minoritas)

 

Fr. Juan de Montecorvino, primer arzobispo de Pekín

Tras el éxito de la misión de fray Juan de Pian del Cárpine, compañero de san Francisco, que llegó hasta la corte del Gran Khan en China, el papa envió una misión de frailes dominicos que acompañaron en su viaje de los hermanos Polo, pero no llegaron a pisar Pekin. Y el joven Marco Polo, hijo de Nicolás, que permaneció diecisiete años al servicio de Qubilai, no pudo conocer al primer arzobispo de Pekín, el franciscano fray Juan de Montecorvino, que vivió en China 34 años.

Probablemente no ha habido en la historia de la Iglesia una figura más simpáticamente edificante que él. Juan nació en 1247. Muchos creen que su pueblo natal fue Montecorvino Rovella, en la provincia italiana de Salerno, pero un compañero contemporáneo suyo, fray Limosna, lo llama "Frater Ioannes de Montecorvino Apulie" (cerca de Lucera). Según otro compañero suyo, fray Juan Marignolli, el beato Juan habría sido soldado al servicio del emperador Federico II, juez y doctor, antes que fraile. Por una carta del beato sabemos que en 1305 tenía 58 años, y que era religioso y misionero desde hacía más de 20. Por tanto, su ingreso en la orden franciscana debió tener lugar poco antes de los 38 años de edad.

Fray Limosna lo describe como un imitador devoto de san Francisco, rígido y severo en la observancia de la regla, ferviente en la enseñanza y en la predicación de la palabra de Dios, y "doctissimus et scientissimus". Hacia el 1279 fue enviado con otros compañeros a Armenia (Persia) y otras regiones de Oriente Medio. Luego de diez años de fructuoso trabajo, regresó a Italia para informar al primer pontífice franciscano, Nicolás IV del éxito de la misión, y recibir nuevas órdenes e instrucciones. Fray Juan traía también al papa una embajada del rey de Armenia, Haiton II, y del rey de Persia, Argun, alarmados por los ataques y exigencias tributarias de los Tártaros y de los Sarracenos. El rey persa solicitaba al papa el envío de misioneros a China, pues Gran Khan estaba interesado en conocer el cristianismo, y quería que dicha religión se implantara en sus territorios. Animado por tal solicitud, y por la sensación causada por el regreso de China del mercader Marco Polo y sus hermanos, el papa envió ese mismo año al beato Juan a Oriente, como legado papal ante dichos reyes y demás príncipes orientales, especialmente ante el Gran Khan de China, Kublai, siendo portador de hasta 26 cartas pontificias para todos ellos, así como para los patriarcas de Antioquía y de Georgia.

El misionero franciscano salió de Rieti, donde residía entonces la Curia romana, el 15 de julio de 1289, con amplias facultades para predicar el Evangelio entre los pueblos asiáticos. Desde los puertos de Venecia y Ancona llegó primero a Antioquía y Georgia, de donde pasó a Sis, capital de Armenia, y a Trabriz, sede del rey de Persia. Aquí se detuvo poco tiempo, siendo huésped de los Menores y de los Predicadores dominicos. En 1291, con el dominico Nicolás de Pistoria como único compañero, se puso de nuevo en camino. A través de Tauria, ciudad persa entonces en poder de los mongoles, bajó hasta la región de Madrás, en India, donde, en sólo 13 meses de actividad misionera, convirtió a un buen número de naturales del país, para los que construyó una iglesia en Santo Tomé, Maliapur, territorio de Madras. En ella quedó enterrado su compañero dominico, antes de proseguir el viaje a China por vía marítima, en compañía de Pedro Lucalongo, piadoso y rico mercader italiano al que había conocido en India.

En 1294 desembarcaron en la costa China, y de allí se dirigieron a Khambalik (Cambalache, la actual Pekín), donde el Gran Khan Temür, sucesor de su abuelo Kublai († 18 de feb. del mismo año)lo recibió con grandes honores, por su calidad de Legado pontificio, y lo hospedó en su palacio. El beato Juan comenzó enseguida su apostolado misionero, y llegó a invitar incluso a Gran Khan a convertirse, pero éste estaba demasiado apegado a las creencias y prácticas religiosas de su país, a pesar de su tolerancia y benevolencia hacia el cristianismo.

Durante más de diez años, que permaneció incomunicado de sus hermanos religiosos y de cualquier país occidental, fray Juan de Montecorvino bautizó a cerca de seis mil personas, y habría bautizado a muchas más, de no haber sido víctima de una guerra atroz de calumnias de parte de los nestorianos, decididos a arruinarlo a él y su obra. El motivo fue que el nestoriano Tenduk, rey de los Keratitas y pariente próximo del emperador, no sólo abrazó la fe cristiana bautizándose con el nombre de Jorge, sino que quiso recibir las órdenes menores, atrayendo con ese gesto a más de seis mil súbditos. Los nestorianos se habían establecido en China en el siglo VIII. Para los convertidos edificó el rey la iglesia de la Santísima Trinidad, conocida también como "Iglesia romana", en honor del papa y su legado. Acusando al rey de apostasía, y al legado de mago, impostor y falso legado papal, los nestorianos juraron la muerte de ambos; pero el Gran Khan los declaró libres de toda acusación, de modo que pudieron continuar su apostolado, conquistando numerosos seguidores.

Durante 35 años, la capital china fue centro de irradiación cristiana; el beato Juan levantó tres iglesias y conventos, fundó dos seminarios, donde se enseñaba latín, liturgia y canto a 40 niños de entre 7 y 11 años. Para ellos escribió 30 salterios e himnarios y 2 breviarios, y los preparó para que ellos mismos pudiesen traducir los textos litúrgicos. Aprendió tan bien la lengua del país, que tradujo al mongol el Nuevo Testamento y el Salterio; y ya tenía en proyecto la traducción de todo el Breviario, para que fuesen instrumentos eficaces de evangelización, junto con la predicación, las imágenes pintadas en la iglesia, el canto y la música.

Miles de mongoles se convirtieron a la fe cristiana, y para ellos construyó el beato Juan otras iglesias y conventos en Yangchon, Kiangsu, Zayton, Fukien, Tchekiang, Tenduc y Armalek (Kulgia). Diez años después de su llegada a Pekín se le unió el franciscano Arnold de Colonia. Poco después llegaba a Khambalik el beato Odorico de Pordenone, trayéndole noticias del papa y de la orden. Ambos le hicieron de mensajeros, llevando al papa sendas cartas, fechadas 8 de enero de 1305 y 13 de febrero de 1306. Por ellas conocemos muchas de las peripecias del viaje a extremo Oriente, así como la buena acogida de Kublai y el buen éxito de su apostolado. El resto lo sabemos por otras cartas y relaciones de sus compañeros misioneros: el alemán Arnold, Andrés de Perusa, Peregrino de Città di Castello, Juan de Core...

Las cartas del beato franciscano son una apremiante petición de nuevos misioneros, que le fueron enviados gracias al interés del papa Clemente V y del ministro general franciscano, el español Gonzalo. Siete ellos fueron consagrados obispos el 23 de julio de 1307, para que, una vez en China, consagrasen a su vez a fray Juan de Montecorvino arzobispo de Khambalik y Patriarca de "todo el territorio de los tártaros". Tres de dichos obispos, Nicolás de Banzia, Ulric de Seyfridsdorf y Andreuccio de Asís, murieron mientras atravesaban la India; otro, Guillermo de Vilanova, retrasó su salida; pero los tres restantes, Andrés de Perusa, Gerardo Albuini y Peregrino de Città de Castello, llegaron , con muchos misioneros, a su destino, entre los años 1309-1310.

El beato Juan fue consagrado arzobispo de Khambalik por los tres obispos sufragáneos. En 1311 se les unieron el obispo Guillermo y otros tres: Pedro de Florencia y fray Tomás y Jerónimo de Cataluña. Entre todos quedó organizada la primera jerarquía católica en China, con tres sedes episcopales: Khambalik, Zayton y Caffa, con Juan de Montecorvino al frente.

En 1328, año de su fallecimiento, los cristianos en China se contaban por cientos de miles. Él solo había bautizado a más de 50.000. Murió en su sede arzobispal, cargado de años y de virtudes. A sus solemnes exequias acudió una multitud de fieles y paganos, y su sepulcro fue muy venerado. La Iglesia china solo le sobrevivió cuarenta años, en parte por la peste negra (1348), que diezmó las fuerzas de los frailes menores, y en parte por la caída del imperio mongol en manos de la dinastía china Ming (1368), que supuso el cierre del país a toda influencia extranjera, incluido el cristianismo.

Fray Limosna lo llama "imitador devoto de san Francisco". Arnoldo Alemanno destaca su "sencilla pureza de vida y santo y loable trato". Marignolli, que estuvo en Khambalik en 1342, lo recuerda como "el santo que veneran tártaros y alanos". El martirologio franciscano lo recuerda el 1 de enero, bajo el título de "primer apóstol de China". Los cristianos chinos lo consideran santo. Su causa fue introducida en la Congregación de Ritos, pero, al no constar la continuidad del culto, en parte por la destrucción de su obra en los siglos XIV y XV, se presentó un sencillo libelo para obtener una beatificación por "vía excepcional". La solicitud fue presentada también a Pío XII con ocasión del primer concilio plenario chino, que se reunió en Shangai el 12 de junio de 1924, pero no hubo ninguna respuesta oficial.

Ver también: Fr. Juan de Pian del Carpine, primer misionero en China

Regresar

 

 
© - fratefrancesco.org - Fr. Tomás Gálvez - Creada el 22-5-2002