B. Bartolomé Bompedoni de San Gimignano, OFS

El "Job" de Toscana (1227-1300)

   
   


Fiesta: 12 de diciembre.

Reconocimiento del culto litúrgico: San Pío X, el 27 de abril de 1910

Nacimiento: Mucchio (Siena, Italia), 1227

Muerte: San Gimignano (Siena, Italia), 12 de diciembre de 1300

Orden: De la Penitencia - Orden Franciscana Seglar

 

Beato Bartolomé Bompedoni de San Gimignano

Nunca se acaba de admirar la maravillosa florescencia espiritual que brotó en el siglo XIII tras la palabra y el ejemplo de San Francisco, madurada en la Primera Orden de los Hermanos Menores, en la Segunda Orden de las Clarisas y sobre todo en la Tercera Orden, querida por el Santo de Asís para los laicos y casados, gracias a la cual la enseñanza franciscana penetró y renovó la vida espiritual de la sociedad de la época, la vida civil y el tejido social.

A la Tercera Orden de San Francisco pertenecieron personajes encumbrados en la historia como San Luis IX rey de Francia, Santa Isabel de Hungría, San Fernando, rey de Castilla, figuras excelsas en el arte y en la cultura, como Giotto, pintor, y Dante, poeta.

¿Qué decir de tantos que vivieron en un plano modesto pero no menos tenaz a la sombra de estas grandes plantas? Terciarios como el Beato Luquesio y su mujer Bonadonna, comerciantes de Poggibonsi; San Ivo de Bretaña, abogado de los pobres; Santa Margarita de Cortona, pecadora y penitente; la Beata Humiliana dei Cerchi, asceta y sin mancha. ¿Qué decir de figuras todavía más modestas y hasta pintorescas, como el Beato Novelón, escrupuloso y devoto zapatero de Faenza; el Beato Pedro Pettinaio, silencioso mercader sienés de los peines; y, finalmente, el Beato Bartolo de San Gemignano?.

Bartolo o Bartolomé Bompedoni de Mucchio nació en 1227 en el castillo feudal de los condes de Mucchio, cerca de San Gimignano, en la provincia de Siena. Era hijo único de los condes Juan y Justina Bompedoni. Su padre quiso casarlo pronto, para asegurarse la continuidad de la estirpe, y le buscó personalmente una esposa adecuada, por títulos y por patrimonio. Pero a Bartolomé no le gustó que le programaran el futuro, y se fue de casa.

A pesar de la firme oposición de su padre, se consagró al servicio de Dios desde su juventud. Durante un año fue huésped de los benedictinos de San Vito, en Pisa. Y, mientras reflexiona acerca de su futuro, se dedica a cuidar a los enfermos del monasterio. Estando allí, una noche tiene un sueño o visión, en el que Cristo resucitado, con el cuerpo llagado, le dice: "Para hacer mi voluntad no tienes que hacerte monje, sino que tendrás 20 años de sufrimiento".

Bartolomé deja el monasterio y marcha de Pisa a Volterra, donde entra en la Orden Franciscana Seglar. Más tarde, a petición del obispo de la diócesis, se ordenó sacerdote, empezando su ministerio como capellán de Peccioli, y continuándolo después como párroco de Pichena. Aquí, durante 20 años, fue la admiración del pueblo, conmovido por su celo excepcional y por la extraordinaria caridad hacia los pobres. Hasta que, a los 50 años, contrajo la lepra, que le obligará a retirarse a la leprosería de Cellole, cerca de San Gimignano, en calidad de rector. Como le había anunciado el Señor, la hora de la prueba le había llegado.

No obstante el aislamiento, su fama se extendió rápidamente, no solo por la enfermedad, sino también de su manera de sobrellevarla. Su servicio a Dios, a partir de ahora, será consolar a los leprosos, sufriendo con ellos e igual que ellos, y también a los sanos. Fueron 20 años de sufrimiento sobrellevado con paciencia, serenidad y "verdadera alegría", lo que le mereció el sobrenombre de "Job" de Toscana. No hizo milagros. Su único milagro es el de la alegría franciscana manifestada en aquel cuerpo en descomposición.

Murió en 1300, a los 73 años, y fue sepultado en San Gimignano, en la bella iglesia de San Agustín.

Bartolo Buonpedoni de San Gemignano sembró en el mundo, no los gérmenes de su enfermedad, sino el gozo y la serenidad de su alma franciscana. La gente empezó enseguida a venerarlo como santo, y Benedicto de Maiano le construyó una espléndida sepultura.

El culto fue aprobado en 1498, y confirmado por San Pío X el 27 de abril de 1910.
 

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