Beata María Assunta Pallotta, TOR (1878-1905)

Religiosa de las Franciscanas Misioneras de María

   
   


Fiesta: 7 de noviembre.

Beatificación: Pío XII, 7 de noviembre de 1954

Nacimiento: Force (Áscoli Piceno, Italia), 20 de agosto de 1878

Muerte: Tong-eul-Keon, China 7 de abril de 1905

Congregación: Hermanas Franciscanas Misioneras de María (Tercera Orden Regular)

 

Beata María Assunta Pallotta (1878-1905)

Nacida en Force el 20 de agosto de 1878, de Luigi Pallotta y de Eufrasia Casali, fue bautizada al día siguiente con el nombre de María, Assunta, Liberata. Recibió la confirmación el 7 de julio de 1880 en la iglesia de Santa María del Pueblo en Castel di Croce, donde transcurrieron los primeros años de su vida, antes del traslado definitivo de la familia (ella, sus padres y cuatro hermanos) a Force.

Sólo tuvo dos años de escuela, pues tuvo que ponerse a trabajar enseguida para ayudar a su familia, que pasaba momentos de apuros económicos. Tenía apenas seis años y trabajaba como peón de albañil, transportando piedras, cal y arena. Ella, sin embargo, se mostraba incansable en el trabajo y en la oración, y había algo en ella que imponía respeto en un ambiente tan difícil como el de la construcción.

Más tarde se empleó como ayudante del sastre del pueblo, que aceptó de buen grado la ayuda de María Assunta, en vista de sus habilidades. Tras la jornada de trabajo corría a la iglesia, donde se pasaba a veces horas enteras delante del sagrario. Cuentan algunos testigos que se entregaba tanto a la oración, que parecía como extasiada. No obstante las necesidades de su familia, aún lograba ayudar a los ancianos necesitados del pueblo, en especial a vecina, con la que compartía su frugal comida.
Contaba su madre que muchas veces encontró en su jergón grandes piedras y que se las quitaba, pero ella volvía aponer más. Más tarde descubriría que su hija, aparte de hacer esa penitencia y de ayunar tres veces a la semana, también llevaba un cilicio. Le gustaba leer vidas de santos y, en cuanto podía, rezaba el rosario, su amigo inseparable.

La noche de Carnaval de 1897 recibió la llamada de Dios. En el baile de máscaras del Ayuntamiento se le acercó un jóvene que le pidió un beso. Desde aquel momento empezó a pensar en una vida religiosa al servicio de los necesitados. Un año después, por recomendación de monseñor Luigi Maria Canestri, alto prelado de Force, y con la ayuda de otras buenas personas, Assunta dejó su pueblo para emprender la vida religiosa en el orden de las Franciscanas Misioneras de María.

Hizo el postulantado y el noviciado en los conventos de Roma, Florencia y Grotta Ferrata, donde se distinguió por la sencillez, y la prontitud para realizar los trabajos más modestos y pesados.

El Instituto de las Hermanas Franciscanas de María recibió su bautismo de sangre el 7 de julio de 1900, con el martirio de siete misioneras a manos de los Boxers. Tres años más tarde, sor María Assunta quiso estar entre las hermanas que irían a China, a sustituirlas. En 1904 partía del puerto de Nápoles. Su deseo era el apostolado, pero fue destinada a la portería y la cocina. Su ánimo bondadoso, y su sencillez y santidad, su buen hacer y su conversación eran la admiración de sus hermanas.

El invierno fue muy crudo en Tong-eul-Keon y en toda la región del Shensi. En los primeros meses del año siguiente murieron cuatro religiosas, víctimas de una terrible epidemia de tifus. La tercera de ellas fue sor María Assunta. Cayó enferma el 19 de marzo, cuando se cumplía el primer aniversario de su partida de Italia. La tarde del 7 de abril, veinte minutos antes de morir sucedió el primer hecho milagroso. De la celda donde agonizaba empezó a salir un extraño perfume, dulce, intenso y misterioso, que no desapareció hasta el momento de su muerte. El mismo perfume se esparció durante la noche, por el lugar donde yacía de cuerpo presente, y se propagó por toda la misión. El fenómeno, atrajo a muchos cristianos y paganos, y se repitió el día de su funeral, cesando en el preciso momento en que se cumplían tres días del tránsito de María Assunta. Los chinos empezaron a llamarla "la santa de los perfumes". Tenía apenas 27 años.

Cuando el papa Pío X fue informado por la superiora de la congregación de lo sucedido en la misión china, exclamó: "Hay que abrir la causa enseguida". Él mismo se preocupó de que se abriera el proceso. Numerosos milagros se sucedieron por intercesión de sor Assunta. En 1913 fueron exhumados sus restos, y su cuerpo apareció incorrupto. El 7 de noviembre de 1954 era proclamada Beata.

En Castel di Croce aún se conserva la casa familiar de la Beata. Desde hace 50 años, cada tercer domingo del mes de agosto, sus paisanos la festejan e invocan su protección.

 
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