FRANCISCO DE ASÍS, PASO A PASO
Itinerario cronológico, geográfico y espiritual

 

Recensiones:
 

En el nº 2.658 de Vida Nueva

 

(Juan Antonio Adánez) “Quiero comunicarte una buena noticia: te escribo desde Madrid, a donde he venido para ultimar la próxima publicación del libro que he escrito sobre la vida de san Francisco. Me ha costado muchos años escribirlo (más de veinte), pero creo que ha valido la pena el esfuerzo, y espero que sirva para que muchos conozcan al verdadero Francisco de Asís, libre de mitos, leyendas, ficciones de novela y falsas interpretaciones…”.

Así se expresaba Tomás Gálvez (Franciscano Conventual nacido en Puente Genil, Córdoba, en 1949) un mes antes de que la “hermana muerte” llamara a sus puertas, en medio del azul Mediterráneo, en Malta (Birkirkara, 13 de agosto de 2008). Su más grande ilusión es que esta obra viera la luz. Y la Luz la han visto los dos: el libro, con su publicación, y él, la brillante luz de la eternidad.

Hacer la recensión de esta obra póstuma ("Francisco de Asís, paso a paso. Itinerario cronológico, geográfico y espiritual") supone para mí un auténtico placer, pues he vivido durante los últimos años, en primera persona, cómo el autor iba rellenando folios y más folios, buscando los momentos y hechos de san Francisco que, a veces, son difícilmente computables, pero que él iba “vertiendo” en el libro con gran entusiasmo y con un amor inmenso hacia el santo de Asís y todo lo franciscano.

Francamente, creo que nos encontramos ante un gran relato, una obra inmensa, que se lee con fluidez. Es como si nos viéramos inmersos en las clásicas leyendas de Tomás de Celano, san Buenaventura, "Los Tres Compañeros, El Anónimo de Perusa, la Compilatio Assisiensis, las Florecillas, el Sacrum Commercium…", porque de todos ellos, como jirones clásicos, está salpicado el volumen. Su buen estilo de redacción hace que una página te invite a degustar la siguiente, pues un episodio se engancha a otro, como noria que no cesa de volcar deseos y aspiraciones nuevas en el lector.

El autor combina con destreza los trazos históricos con las leyendas tradicionales, con lo que logra –a veces con una hermenéutica un poco heterodoxa– un gran cuadro cronológico de la vida del protagonista de esta historia. Ciertamente, se puede estar de acuerdo o no con el modo de describir a Francisco de Asís, pero no cabe discusión alguna sobre la intención última del autor: regalarnos un nuevo estudio, una nueva panorámica, de la vida del Poverello, en el marco del octavo centenario del nacimiento del carisma franciscano (1209-2009) y de la aprobación de la Regla de la Orden de los Hermanos Menores por el papa Inocencio III.


Un triple esfuerzo

El hilo conductor de la obra es presentarnos la “vida entera de Francisco de Asís”, siguiendo un trazado cronológico. Sabemos de la dificultad de fijar fechas concretas a muchos de los sucesos, leyendas y tradiciones que hemos recibido de la vida del Santo. Tomás Gálvez, sin embargo, haciendo múltiples combinaciones y un grandísimo esfuerzo histórico, teológico y espiritual, ha intentado completar este inmenso “puzzle”, y nos ha dejado todo un surco cronológico de la vida, obras, milagros, andanzas, penas y alegrías de Francisco de Asís.

Las más de 700 páginas del libro nos presentan a un Francisco varón católico, que ahonda sus raíces en la fidelidad a la Iglesia; solícito con pobres y enfermos; hombre de paz; creador de fraternidad; de una espiritualidad afectiva, cercana y profunda, que nace del Evangelio vivido; peregrino y misionero; buscador de manantiales de agua viva; con él, peregrinamos a los santuarios más importantes de la catolicidad: la tumba de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma, a Santiago de Compostela, al Santo Sepulcro en Jerusalén… Pero lo más importante es que la obra nos acerca, y mucho, al hombre y al santo que, al final, son lo mismo.

Su lectura nos va enamorando poco a poco, nos va adentrando en la vida de quien un día se encontró, cara a cara, con Jesús de Nazaret en dos rostros: el del crucifijo de San Damián y el del leproso. Nos acerca y nos mete, paso a paso, en la aventura humana y espiritual de Francisco, para hacernos entender, con él, que la vida sólo merece la pena ser vivida a fondo, sin trampas, sin maquillajes sospechosos de santidad, sin fantasías ilusorias, sin camuflajes que no conducen a nada… A través de sus páginas, descubrimos que Francisco se va convirtiendo en un gigante de la fe, en un maestro.
Los últimos capítulos los dedica el autor a un Francisco con las cicatrices de la cruz y el cuerpo flagelado por las enfermedades, un Francisco que se va convirtiendo, poco a poco, en llama espiritual para la fraternidad, para la Iglesia y para el mundo entero…, un Francisco que, en su querida Porciúncula, se encuentra con la “hermana muerte corporal”.

Pasados los primeros momentos, los hermanos procuran guardar las ascuas del carisma y conservar, con mucho amor, sus restos mortales. Con la colocación de la primera piedra de la Basílica del Santo en la ‘Colina del Paraíso’, la llama espiritual vuelve a resurgir, de tal manera que se convierte, hasta el día de hoy, en faro permanente para cuantos se acercan a Asís a beber de su "espíritu reconciliador y pacífico, fraterno y menor, desapropiado y humilde".

Se agradece el magnífico y realista Prólogo, fuente de inspiración también de estas líneas, que Valentín Redondo –historiador y franciscanista, quien fue su Provincial durante muchos años– ha escrito. Un pórtico que nos enmarca muy bien la obra y nos sitúa ante los centenares de páginas que tenemos por delante.

Gracias, hermano Tomás, por este gran regalo que nos has dejado como herencia espiritual a los franciscanos del mundo y a todo aquel que quiera acercarse a profundizar en la vida de quien ha sido considerado el personaje del segundo milenio. Gracias por la fatiga y el sudor de tantos años de investigación y estudio callado y silencioso. Y gracias porque su lectura seguro que nos animará a conocer y a amar más a Francisco, y a vivir, aun de lejos, el camino que él nos abrió. Ojala que nos sirva para ser todos un poco más “franciscanos”, esto es, para abrir espacios en la pequeña ermita de San Damián que todos albergamos en nuestro corazón. A vivir abriendo caminos de Paz y Bien.

En el nº 2.658 de Vida Nueva.

 

 

 

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