Noticias franciscanas

Agosto 2010


2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010

¡ Envíanos noticias¡

- Centenario de la presencia de las Franciscanas Misioneras de María (FMM) en Perú

- Nuevo beato franciscano

- Carta de la Comisión Internacional para JMJ Madrid 2011

- El Ministro General OFM visita en Valencia a los frailes

- Franciscanos Conventuales al servicio de los peregrinos en Ponferrada


 

 

Centenario de la presencia de las Franciscanas Misioneras de María en Perú

Arequipa (Agencia Fides) – Las Franciscanas Misioneras de María (FMM) iniciaron las Celebraciones por el Centenario de su presencia en Perú. El Domingo 16 de Mayo, Mons. Javier del Río Alba, Arzobispo de Arequipa, celebró una Santa Misa en el Colegio de Santa Rosa de Viterbo, durante la cual destacó el importante trabajo realizado por las Religiosas en la ciudad y en la provincia de Arequipa. “Es importante dar una Educación Católica a los niños para que puedan crecer con Valores, de modo que más tarde en su Vida, tales Valores se reflejen en sus acciones”, dijo el Arzobispo a los estudiantes, Docentes y Personal Administrativo del Instituto de Instrucción de Santa Rosa de Viterbo, cuya gestión depende de las Religiosas Franciscanas Misioneras de María.

El Obispo felicitó a las Religiosas porque bajo la inspiración de la Fundadora, la Beata Sor María de la Pasió, realizan su Trabajo Pastoral en las zonas más lejanas y remotas, como los Distritos de Melgar y Huanca. “Las generaciones de muchachas que son ahora el orgullo de la Iglesia y que trabajan con éxito en diversos campos de la sociedad, reflejan el trabajo infatigable que habéis llevado a cabo”, concluyó el Pastor de Arequipa.

Las Franciscanas Misioneras de María (FMM) llegaron a Perú por pedido del Arzobispo Mons. Francisco Mariano Holguín Maldonado, de la Orden Franciscana. “Somos Hermanas Consagradas que hemos escogido seguir a Cristo a través del Camino Misionero propuesto por Sor María de la Pasión, nuestra Fundadora”, dijo Sor María Remei Pelach Feliu, Superiora de la Comunidad. “Como nuestra Fundadora nos esforzamos en vivir en comunidad y nos dedicamos a la Oración y al servicio de la Misión Universal”. Las FMM son 6.966 (en América son 773) de 80 nacionalidades, presentes en 76 países (12 de América Latina). (CE) (Agencia Fides, 28/05/2010)

Nuevo beato franciscano

 

Fray Leopoldo de Alpandeire (1864-1956) será beatificado en Granada (España) el 12 de septiembre. Aquí puedes encontrar una carta del Ministro general de los Capuchinos con tal motivo:

Prot. N. 00653/10

En el arco de pocos meses, nuestra Orden se prepara para vivir una segunda beatificación ¡y nuevamente en la Península Ibérica! Esta vez es fr. Leopoldo de Alpandeire, un hermano cercano a nosotros en el tiempo.
Su vida no se distingue por grandes obras, sino más bien por la simplicidad y la fidelidad con las que se donaba en todo lo que hacía. De él se puede decir, antes que nada, que fue un “hombre de Dios”, permeado de su Espíritu. Era un hermano limosnero y por esto estaba todo el día entre la gente. La suya no era una posición de poder, sino la de alguien que quiere y que deja libre a quien tiene delante. Pedía la limosna para la vida de los hermanos, dejaba a cambio a quien le daba, la paz, los dones del Espíritu.
El ejercicio de la limosna, así como la hizo fr. Leopoldo, desapareció totalmente, o casi, en la Orden, pero es necesario descubrir otras formas para estar presentes entre la gente como “menores”. “Sujetos a todos los hombres de este mundo”, dice San Francisco en las Alabanzas de las virtudes, para ofrecer la ocasión de tener un gesto de compartir y de ofrecerles “Su paz”, la paz del Señor Jesús. ¿Cómo? Involucrándose en las obras de caridad que muchos de nuestros hermanos han comenzado, pidiéndoles a ellos que derrochen un poco de su tiempo en el realizar y recibir el bien. De la gratuidad en el donarse no puede sino nacer el agradecimiento por todo lo que uno ha recibido.
El beato Leopoldo es parte de aquella gran procesión de frailes limosneros que han encarnado en minoridad el llamado del Buen Dios que busca al hombre porque lo ama.
En el centro de la Serranía de Ronda se encuentra Alpandeire, pueblecito minúsculo, escondido, como un nido en el corazón de la montaña, una belleza natural. Es la tierra natal de nuestro santo limosnero capuchino, místico de la humildad y del escondimiento, don de Dios a la humanidad que busca su destino.
Sus padres, Diego Márquez Ayala y Jerónima Sánchez Jiménez, eran campesinos, simples y trabajadores y, como la mayor parte de la gente, trabajaban duro para hacer fértil aquella tierra pedregosa de la cual extraer el sostén para la familia. El 24 de junio de 1864 nació el primer hijo que el día 29 de junio en la fuente bautismal recibía el nombre de Francisco Tomás de San Juan Bautista, nuestro fr. Leopoldo. Diego y Jerónima se alegraron del nacimiento de otros tres hijos, Diego, Juan Miguel y María Teresa.
En el calor del amor familiar, alimentado por la práctica de las virtudes cristianas, crecía la buena semilla cristiana de Francisco Tomás. De su padre tomó los buenos modales, los principios cristianos y la práctica del bien. De los labios de la madre, aprendió la oración. Alegre, juicioso, de buena compañía, trabajador incansable, Francisco Tomás comenzaba su jornada asistiendo a la Santa Misa y visitando el Santísimo Sacramento. Su generosidad en compartir lo poco que tenía y su bondad natural, nunca forzada, eran expresión de una profunda vida espiritual y de una fuerte experiencia de fe. Era “todo corazón” socorriendo a los pobres, nos dicen los testimonios de aquellos que lo conocieron. Se cuenta que regalaba sus herramientas de labranza a quien las necesitaba, o daba el dinero ganado en la vendimia a los pobres que encontraba en su camino hacia casa.
Así pasó, en el trabajo del campo y en la vida familiar, sus primeros 35 años de vida “escondida”. Mientras tanto, Dios lo iba modelando lentamente esperando la ocasión para llamarlo a su servicio. Y así en 1894, escuchando la predicación de los capuchinos en ocasión de la fiesta que se estaba preparando en Ronda para celebrar la beatificación del capuchino Diego de Cádiz, el joven Francisco Tomás, decide abrazar la vida religiosa haciéndose capuchino. “Pido ser capuchino como ellos”. Atraído por “su vida retirada”.
Tan solo en 1899 fue acogido entre los capuchinos en el convento de Sevilla. Un mes después pasaba al noviciado acompañado del parecer más que favorable de los miembros de la comunidad que alababan su silencio, su laboriosidad, su oración, su bondad. De la mano de fr. Diego de Valencina, Superior y Maestro de novicios, el 16 de noviembre del mismo año recibe el hábito capuchino y el nombre de fr. Leopoldo de Alpandeire.
La decisión de hacerse capuchino no requirió un cambio radical de vida, pues ya vivía una profunda e intensa vida evangélica. Fr. Leopoldo trabajando en los campos y en la huerta del convento transformaba su humilde trabajo en oración constante y en generoso servicio. El cambio de nombre, comentará años más tarde, lo conmovió “como una ducha de agua fría”, también porque aquel nombre no era usual entre los miembros de la Orden. Su entrada en el convento no fue la consecuencia de la pobreza, ni un refugio para un corazón herido, sino una manifestación de todo lo ya vivido y sentido. El ejemplo del beato Diego de Cádiz lo había inducido a servir a Dios con todo su ser hasta la inmolación.
Sabiéndolo campesino, en Sevilla le encargan ayudar al hermano hortelano. En la huerta, junto a las verduras, fr. Leopoldo cultivaba también sus dones espirituales. Quién lo conoció afirma que su santa alegría era igual a su profunda interioridad que sus ojos y su rostro no podían esconder. Cada uno de sus gestos, incluso el más cotidiano y repetido, surgían de una profunda comunión con Dios. El novicio fr. Leopoldo experimentó la alegría de haber respondido al llamado de Dios. Estaba seguro: tenía 36 años, pero la juventud del espíritu no era un hecho solamente interior, explotaba en una visible y gustosa alegría. La experiencia del noviciado puso las bases de su camino espiritual, porque su amor a Dios se acrecentaba por el conocimiento de la tradición y de la espiritualidad capuchina.
Terminado el noviciado emitió la primera profesión, pasando breves períodos en los conventos de Sevilla, Granada y Antequera. Sin descanso, la azada lo acompañaba como una fiel compañera mientras continuaba cultivando la huerta de los frailes. Aprendía a transformar el trabajo manual y el servicio a los hermanos en oración. Fue un “contemplativo entre el agua de los canales de riego, las hortalizas, los frutos y las flores para el altar”.
Fue destinado al convento de Granada, la primera vez, en 1903 y siempre con el oficio de hortelano. Fueron los últimos años vividos en absoluto retiro entre los viejos muros conventuales y la huerta. Años de profunda experiencia espiritual y de silencio. En la huerta crecía su diálogo con Dios y al mismo tiempo crecían sus virtudes. De la huerta pasaba a la capilla del Santísimo donde, por largas noches, estaba en profunda adoración. En el viejo convento de Granada el 23 de noviembre de 1903, fr. Leopoldo emitió los votos perpetuos en las manos de fr. Francisco de Mendieta, Superior de la casa. Era su consagración definitiva a Dios por la cual había vivido y por la cual vivirá el resto de su vida.
Después de breves estancias en Sevilla y en Antequera, el 21 de febrero de 1914, retornará a Granada para quedarse para siempre. La ciudad a los pies de la Sierra Nevada, será el escenario de medio siglo de su vida. Hortelano, sacristán y limosnero, siempre unido a Dios y al mismo tiempo siempre cercano a la gente. El oficio de limosnero será el que lo definirá y lo caracterizará. Se había hecho religioso para vivir lejos de “ruido del mundo”, fue lanzado por la obediencia a combatir la batalla decisiva de su vida entre las calles de la ciudad y las voces de la gente. Desde ahora, y con paso decidido, las montañas, los valles, los caminos polvorientos, las calles, serán su claustro y su iglesia. Fr. Leopoldo, como otros santos capuchinos marcados por una clara inclinación a la vida contemplativa, vivió constantemente en un contacto con la gente que en lugar de distraerlo, le ayudó a huir de sí mismo, a cargar con el peso de los otros, a comprender, a ayudar, a servir, a amar. Era, como ha dicho un ferviente devoto suyo “parco, pero no distante”.
Su figura fue tan popular en la ciudad que todos lo reconocían. Sobre todo los niños que al verlo gritaban “Miren, por allá viene fr. Nipordo”, e iban a su encuentro. Se quedaba con ellos explicándoles alguna página del catecismo y con los adultos para escuchar sus problemas y sus preocupaciones. Fr. Leopoldo había descubierto el mundo para compartir con todos la bondad divina: recitar Tres Avemarías. Era su fórmula para entrelazar lo divino en lo humano.
Por medio siglo, día a día, fr. Leopoldo recorrió Granada distribuyendo la limosna del amor, dando color a los días tristes de muchos, creando unidad y armonía, llevando a todos al encuentro con Dios, dando dignidad al trabajo de todos los días. Cada acción suya y cada acercamiento a la gente era siempre nueva.
Para él no todo fue fácil, ni sin dificultad. Fr. Leopoldo de hecho ejerció su trabajo de limosnero en una época en la cual en España soplaban vientos anticlericales y cuanto sabía a religión era mal visto, si no perseguido. Era el tiempo de las “Dos Españas”, de la Segunda República en primer lugar y de la guerra civil después. Siete mil fueron los religiosos y los sacerdotes asesinados por el único motivo de ser tales. En su camino cotidiano de limosnero fr. Leopoldo tuvo que sufrir mucho y no pocas veces fue insultado malamente: “¡Holgazán, pronto te pondremos la soga al cuello!”. “¡Vagabundo, le gritaban, trabaja en lugar de andar buscando limosna!”. “¡Prepárate que iremos a cortarte el cuello!”. “Experimentó este clima hostil y, parafraseando el Evangelio, decía: “¡Pobrecillos, no tengo más que compasión de ellos, porque no saben lo que dicen!”.
¿Había, me pregunto, algún secreto en la vida de nuestro hermano limosnero? Sí, el secreto de su vida era su oración, su unión con Dios y su trabajo. Él transformaba todo en oración y su oración era su trabajo más preciado. Su vida no fue una vida de grandes gestos o de eventos particulares, a excepción de lo que normalmente es pedido a quien abraza la vida religiosa.
La santidad de fr. Leopoldo tenía el soporte de la humanidad del viejo Francisco Tomás. Él mantuvo la identidad del campesino de Alpandeire que ya incluía su camino de santidad.
Fr. Pascual Riwalski, ya Ministro general de la Orden, hablando de él decía: “Es indudable que encontrando a fr. Leopoldo fascina rápidamente por su ser simple, natural, sin artificios, sincero y recto, evangélicamente pobre. Un pobre creyente y cándido, simple y discreto, que ha sabido ponerse siempre en segundo plano, sirviendo siempre en el anonimato y la humildad. Un hombre con un corazón de niño, noble y franco, cortés y sobrio, de campesino honesto… Un hombre extremadamente reservado y modesto respecto a todo aquello que de bueno el Señor obraba por su medio, que se turbaba delante a las alabanzas de los hombres, que se regocijaba en las humillaciones y que mantenía una conciencia viva de sus límites y de sus pecados. Muchas veces repetía: «Soy un gran pecador». La verdadera chispa evangélica es fruto de la estima que tenemos de nuestros iguales y de las creaturas desde la perspectiva de Dios. Fr. Leopoldo conocía bien aquel famoso dicho de San Francisco: “porque el hombre cuánto vale ante Dios, tanto vale y no más (Admonición 20)”.
No era fácil ver sus ojos. Fr. Leopoldo, tomó como modelo a San Félix de Cantalicio, en tener los ojos vueltos hacia la tierra y el corazón al cielo. Tenía ojos de niño, puros y penetrantes, serenos y lípidos. Transmitía serenidad, pureza y dulzura de corazón, fruto de una paz interior que lo invadía.
Tenía un particular ascendiente sobre todos los que encontraba a causa de su humildad y disponibilidad. Su figura no era la de aquellos que golpean y atraen la atención. Más que “andar entre la gente, fr. Leopoldo, pasaba entre la gente”, más que mirar, veía en el corazón de las personas que lo buscaban.
Viendo su vida podemos decir que se adhirió al Evangelio de Cristo sine glossa siguiendo el ejemplo de San Francisco. Lo extraordinario se encuentra en su limpieza, claridad, silencio. En un clima de incertidumbre y de falta de referentes, la figura del Siervo de Dios fr. Leopoldo se presenta como aquel que ha escuchado la voz de Dios con atención y se dejó transformar a imagen del Hijo Unigénito.
Cierto día, mientras, como de costumbre recogía la limosna de la caridad, tenía 89 años, cae por tierra fracturándose el fémur. Recuperado en un hospital, afortunadamente sin operación quirúrgica, sanó. Dado de alta, retornó al convento a pié ayudado tan solo por el bastón, pero no pudo recorrer más las calles. Pudo, eso sí, dedicarse totalmente a Dios, el gran amor de su vida. Absorto en Dios, pasó los últimos tres años de su vida, consumiéndose de a poco “cual llama de amor”.
La pequeña llama se apagó el 9 de febrero de 1956. Tenía 92 años. El humilde limosnero de las Tres Avemarías, se reunió con el Señor. La noticia de su muerte corrió por toda la ciudad de Granada conmoviéndola. Un río de gente de toda edad y condición se encaminó hacia el convento de los capuchinos. La fama de santidad que ya lo había acompañado durante la vida, creció después de su muerte. Cada día, pero sobre todo el 9 de cada mes, una insólita afluencia de gente de todo el mundo visita su tumba. Muchas son las gracias que Dios concede por la intercesión de su siervo fiel.
Benedicto XVI el 15 de marzo de 2008 declaró la heroicidad de sus virtudes y el 12 de septiembre de 2010 será declarado Beato.

Roma, 15 de agosto de 2010,
Solemnidad del la Asunción de la Beata Virgen María

Fr. Mauro Jöhri, Ministro general OFMCap

Carta de la Comisión Internacional para la JMJ Madrid 2011

Roma, 20 de julio de 2010

 A todos los miembros de la Familia Franciscana del mundo

Queridos hermanos y hermanas:

¡El Señor os dé su paz!

En el mes de febrero de este año habéis recibido la carta de la Conferencia de la Familia Franciscana con el deseo de que todos los jóvenes franciscanos se encuentren en el transcurso del programa que se está preparando para todos los miembros de nuestra Familia que participen en la JMJ del 16 al 21 de agosto de 2010 en Madrid

Ese programa será ofrecido a todos los participantes de la JMJ para que puedan conocer más de cerca a nuestra Familia con todas las diversidades y riquezas que tiene el propio carisma franciscano en la vida y misión de la Iglesia.

Además, la Conferencia de la Familia Franciscana ha informado que para dicho propósito se ha constituido una Comisión internacional, formada por los Asistentes Espirituales Generales de la OFS y de la Jufra y por los miembros de la Comisión de la Juventud Franciscana de la Presidencia del Consejo Internacional de la OFS y otra constituida por la Familia Franciscana de España, con la tarea de preparar, coordinar y animar este programa durante la JMJ.

Por ello os invitamos a aprovechar el tiempo previsto para encuentros con el fin de conocernos y estar en compañía de los otros jóvenes de la Familia Franciscana procedentes de todo el mundo. Esa será, de hecho, una ocasión única para poder intercambiar nuestras experiencias y, al final – como hacían los primeros franciscanos después de la celebración del Capítulo de las Esteras – de ponernos en camino para retornar a todo el mundo animados para anunciar la Buena Noticia. Por ese motivo, con esta carta queremos daros algunas informaciones útiles referentes al encuentro que estamos preparando.

El desarrollo del programa de la Familia Franciscana se desarrollará durante la Jornada Mundial de la Juventud, del 16 al 19 de agosto de 2011 en la ‘Aldea Franciscana’, que tanto la Comisión Internacional como la de España han considerado establecer entorno a la iglesia de San Francisco el Grande. Agradecemos a los franciscanos, religiosos y seglares, por su generosa disponibilidad al ofrecernos sus espacios para el encuentro. El ambiente estará abierto y a disposición de los participantes cada día de las 12 a las 24 horas (excepto durante los grandes eventos de la JMJ y del ‘Festival de la Alegría’).

La ‘Aldea Franciscana’ pretende ser un espacio de encuentro y de intercambio, donde los jóvenes y sus responsables puedan vivir la fraternidad universal de un modo sencillo y particular, que a menudo las grandes manifestaciones no permiten. ‘La Aldea’ ha sido pensada para encuentros y otras actividades como exposiciones, proyecciones, venta de objetos, conferencias, oraciones y adoraciones, etc..., siempre con la posibilidad de tomar un café o un refresco. Pero sois vosotros, los grupos franciscanos de todo el mundo, quienes debéis dar vida a la ‘Aldea Franciscana’, ya sea con vuestra presencia como con vuestra activa creatividad

Como los jóvenes franciscanos queremos participar en el programa organizado por la JMJ, os exhortamos a responder a la invitación de las catequesis de la mañana, que se desarrollarán en los diferentes barrios de Madrid con una presencia y participación activa. A partir de las 12 horas, podréis tomar parte en las actividades y el programa que estamos preparando para la Familia Franciscana. Sin más, estás todos invitados a enriquecer el programa con vuestras propuestas. Por ello os pedimos que ofrezcáis, cuando antes (no después del 28 de febrero de 2011 y vía e-mail: gmg2011ff@gmail.com) vuestras actividades (oración, proyección de películas, venta de objetos...) para que puedan ser incluidos en los eventos oficiales. Pero tened bien presente que los responsables para el desarrollo de las actividades sois vosotros mismos: nosotros podemos aseguraros los espacios y eventualmente los medios necesarios, pero sois vosotros los que debéis animar y realizar la actividad preparada.

Junto a la información indicada, el tiempo para el desarrollo de la ‘Aldea Franciscana’ será:

·         del 16 al 19 de agosto de 2011, de las 12 a las 24 horas;

y el lugar donde se desarrollará:

·         San Francisco el Grande - Plaza de San Francisco

Calle de San Buenaventura 1 - 8005 Madrid, España

Os informamos también de las principales actividades de la Familia Franciscana durante la JMJ, en los cuales esperamos la participación de todos los jóvenes franciscanos e invitamos a todos los otros a conocer nuestro carisma:

·          ‘Festival de la Alegría’, miércoles 17 de agosto de 2011, de las 21 a las 24 horas

o   Concierto de famosos artistas

o   Breves actuaciones y presentaciones de diversos artistas

o   Animación

·         Oración franciscana

·         Catequesis y eucaristía

·         Participación conjunta en los actos principales de la JMJ

A propósito de la inscripción para la Jornada Mundial de la Juventud, esta se debe realizar a través de la organización de la JMJ, vía internet (www.madrid11.com). Nuestra propuesta es la de inscribirse como grupo propio porque así será posible para nosotros pedir a los organizadores la posibilidad de estar juntos durante la Vigilia y la Eucaristía de Conclusión y los otros actos principales de la JMJ. Pero de esto hablaremos más adelante.

Para cualquier duda o clarificación, dirigíos a nuestra dirección de e-mail: gmg2011ff@gmail.com.

En alegre espera de la JMJ y de nuestro encuentro, ¡os saludamos fraternamente!

En nombre de la Comisión Internacional, la coordinadora

Ana Fruk

En nombre de la Comisión de la Familia Franciscana de España, el coordinador

Xavi Ramos

 

El Ministro General OFM visita en Valencia a los frailes

D. Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, y el Ministro General

30 Jul 2010 .- CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA- El ministro general de los franciscanos, Fray José Rodríguez Carballo, ha viajado a Valencia para visitar y dialogar con los religiosos de la orden presentes en la diócesis, tras la celebración el pasado mes de abril de su capítulo provincial, en el que fue reelegido José Antonio Jordá como superior de la provincia franciscana de Valencia, Aragón y Baleares.

Fray José Rodríguez Carballo, de 56 años y natural de Ourense, que prolongará su estancia en la capital valenciana hasta mañana, viernes, ha sido recibido esta tarde por el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, con quien le une una “amistad muy cordial, desde que fue mi obispo en Orense”.

Durante dos días, el máximo responsable de los franciscanos se ha reunido, igualmente, con la comunidad interprovincial de la orden, ha visitado el noviciado del monasterio de Santo Espíritu de Gilet así como a las religiosas clarisas de Villareal, para “conocer su realidad, necesidades y mantener con ellos un diálogo fraterno”, ha añadido.

En la actualidad, la provincia franciscana de Valencia, Aragón y Baleares cuenta con cerca de un centenar de religiosos, que dirigen colegios y parroquias, entre otras obras de apostolado.
Fray José Rodríguez Carballo viajará mañana, miércoles, a Asís, en Italia, para presidir las celebraciones en honor a Nuestra Señora de los Ángeles.

Durante su visita a Valencia, el ministro general ha invitado a las comunidades religiosas que ha visitado a “salir a proclamar el Evangelio con valentía, a ponerlo en el centro de nuestra vida” , como el “único modo de responder a nuestra vocación y misión", ya que “el mundo lo necesita y es en el Evangelio donde encontraremos las respuestas ante la situación difícil que vive el hombre hoy”.

Franciscanos Conventuales al servicio de los peregrinos en Ponferrada

Entrevista a fray Juan Miguel Vicente Valtueña, franciscano menor conventual, 50 años y profesor de Sagrada Escritura en la Facultad Romana de Teología Seraphicum.

¿Qué hace un franciscano como usted en un camino como éste?
Soy uno de los muchos contagiados por “el virus del Camino”. Seguramente, uno puede pensar que no hay nada más alejado de las aulas de una Facultad Teológica que ese mundo multicultural, itinerante, tan variado y diverso que constituyen los numerosos peregrinos que recorren hoy el Camino de Santiago. Pero, después de haber hecho el Camino tres veces y haber recibido tanto como peregrino, llega el momento de dar gratis lo que uno ha recibido gratuitamente, como nos recuerda el Evangelio. Por el Año Jacobeo, nuestra Provincia franciscana conventual de España se planteó la posibilidad de colaborar en la atención humana y espiritual a los peregrinos. Estoy en el albergue parroquial de Ponferrada, con otros tres hermanos de la Orden y seis hospitaleros voluntarios.

¿Qué encuentra la Vida Religiosa en los caminos de la vida?
La vida real y concreta de los hombres y mujeres que sufren, aman, sueñan, ríen y lloran, esperan y siguen caminando. Cada peregrino llega aquí con su mundo interior, motivaciones e inquietudes. El contacto con la vida de nuestros contemporáneos, es siempre enriquecedor para la Vida Religiosa, la cual, a su vez, puede iluminar los corazones con la luz del Evangelio.

¿Dónde tenemos que situar hoy el claustro? ¿Está la Vida Religiosa en Europa donde tiene que estar?
San Francisco de Asís decía que nuestro claustro es el mundo: ése es el lugar de los hermanos menores. En esta Europa cansada y desencantada a veces, la Vida Religiosa puede aportar estilos de vida alternativos: fraternidad frente a individualismo; la sobriedad y la pobreza evangélica frente a la tiranía del dinero; el servicio y la entrega solidaria frente a la búsqueda del poder y el dominio; la contemplación, el silencio y la reflexión frente al ruido. Se trata, en definitiva, de iluminar nuestra sociedad y nuestra cultura con la luz diáfana del Evangelio, viviendo ahí la pasión por Dios y la pasión por nuestros hermanos.

¿Qué le sugieren las siguientes expresiones?
Misión compartida: la necesidad imperiosa de colaboración entre religiosos y laicos en la tarea de la nueva evangelización. La colaboración entre religiosos y hospitaleros voluntarios en este albergue es un ejemplo concreto de lo fructífera que puede resultar la misión compartida.
Apertura y diálogo: hay que tener el corazón y los ojos abiertos a la riqueza humana. San Francisco de Asís enseña que cada persona es portadora de una riqueza única, que nadie puede suplir. Estar abierto a los demás significa tratar de descubrir siempre lo mejor que hay en ellos, ofreciendo a la vez los dones y la riqueza que cada uno ha recibido.
Vida en comunión: No estamos hechos para vivir solitarios y aislados; somos imagen y semejanza de Dios, que es Amor y comunión de Personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Por eso estamos llamados a vivir como hijos de Dios y hermanos de los demás, y cuando lo hacemos así, no hacemos sino responder a nuestra verdad más profunda.

¿Cuál es su mayor alegría?
Además del Cristo descubierto y amado a través de la figura de Francisco de Asís, fiel seguidor suyo, también constituyen una gran alegría los hermanos concretos que el Señor me ha dado en la familia franciscana conventual.

¿Qué no ha podido hacer todavía?
Un biblista que vive en Roma y ha peregrinado varias veces a Santiago, contrayendo “el virus del Camino”, echa en falta el tercer lugar, las peregrinaciones cristianas que forjaron Europa: Jerusalén y Tierra Santa, la cuna del cristianismo. Todo llegará a su debido tiempo.

En el nº 2.716 del semanario "Vida Nueva".

 

Regresar
 
© - fratefrancesco.org